Foto de Diego Figueroa | Sopitas
En una tarde soleada, miles de fanáticos ansiosos se congregaron afuera del recinto, formando una fila que podría haber dado la vuelta al edificio sin ningún problema. A medida que avanzaba la tarde, la emoción era palpable, y la anticipación por ver a Lana del Rey en persona crecía constantemente.
Cuando finalmente se abrieron las puertas, el público todavía tuvo que esperar un poco más antes de que el espectáculo comenzara. Sin embargo, esta espera no mermó en absoluto el entusiasmo de los asistentes, muchos de los cuales habían acudido en masa para asegurarse de obtener un buen lugar desde donde pudieran obtener una foto ideal de la artista.
Una vez que el telón se alzó, una explosión de gritos y vítores llenó el recinto, pero esta efervescencia fue eclipsada en el instante en que Lana del Rey pisó el escenario. La reacción fue equiparada con el despegue de un transbordador espacial, resaltando la intensidad del fervor del público. La primera canción, "Cola", se interpretó, y aunque la acústica parecía no estar a la altura, la multitud estaba entregada.
Un momento inolvidable ocurrió cuando Lana bajó al área frente al escenario, interactuando con los fans en la primera fila y poniéndose las coronas de flores que algunos habían llevado. A pesar del temor de que la barrera no resistiera el entusiasmo, se mantuvo firme, permitiéndole a Lana compartir este íntimo momento con su devoto público.
A lo largo del concierto, Lana pareció encontrar su ritmo y comodidad en el escenario, superando los nervios iniciales. La audiencia demostró conocer cada palabra de sus canciones, permitiéndole a Lana ceder el micrófono y dejar que los fans completen las líneas, un recurso que utilizó hábilmente en caso de olvidar alguna letra. Esta interacción constante creó una experiencia única, elevando la conexión entre la artista y sus seguidores.
La vestimenta de Lana también fue un tema, con su camisón azul celeste que mostraba su pierna, captando la atención y provocando susurros y comentarios entre la audiencia.
En general, este concierto de Lana del Rey se destaca como un evento que trasciende las barreras de la música y se convierte en una experiencia casi religiosa para sus seguidores. Proporcionó una visión más cercana de la persona detrás de la marca y permitió a los fans sentir una conexión genuina con la artista que admiran.